Durante su intervención en la mesa redonda Smart Packaging: Explorando Tecnologías Actuales y Tendencias Prácticas, que tuvo lugar en Food for Future 2024, Cecilia Wolluschek, responsable de ecosistema y alianzas en EATEX Food Innovation Hub by CNTA, habló sobre los cuatro grandes retos a los que se enfrenta el sector alimentario y cómo el smart packaging puede ser la clave para superarlos.
Primer desafío: la seguridad alimentaria
Además de resultar atractivo para el usuario, los envases alimentarios tienen como objetivo prioritario garantizar la seguridad de su contenido. Funcionan como barreras contra el oxígeno, la acción microbiana, la humedad o el calor, preservando las propiedades organolépticas de los alimentos y extendiendo así su ciclo de vida.
Ante esta necesidad, el packaging inteligente será clave para que el producto llegue al consumidor en perfectas condiciones gracias a tecnologías de vanguardia como la protección contra la luz, el oxígeno o la humedad; la sensórica; el uso de etiquetas inteligentes o la innovación en materiales activos y funcionales.
Segundo desafío: la sostenibilidad
Con un consumidor cada vez más informado, concienciado y exigente, el sector del envase debe incluir dentro de su hoja de ruta la apuesta por la sostenibilidad de sus productos.
Así, el packaging debe, por un lado, ayudar a disminuir los residuos y alargar la vida de los alimentos, lo que impulsará la lucha contra el desperdicio alimentario (desperdiciamos un 30% de lo que producimos), pero también debe minimizar la huella ambiental del propio envase.
Son muchas las líneas de acción que pueden seguirse para conseguir ambos objetivos, por ejemplo, CNTA desarrolla líneas de investigación sobre el uso de materiales alternativos que puedan sustituir a los derivados del petróleo, como los bioplásticos, o sobre el desarrollo de envases comestibles. También trabaja en la aplicación de tecnología desarrollando sensores inteligentes que monitoriza las propiedades organolépticas de los alimentos para garantizar que estos se mantienen en condiciones óptimas y no se degradan; o en el desarrollo de recubrimientos bioactivos para mejorar la calidad y vida útil de los productos frescos.
Tercer desafío: la información
Toda la información sobre el producto a la que tiene acceso el consumidor está en el envase, tanto la relacionada con su cadena de valor (datos del fabricante, SKU, referencias…) como aquella que informa sobre el propio alimento (alérgenos, usos y recetas, información nutricional, ingredientes, modos de preparación, etc.).
La demanda y requisitos de información sobre los alimentos que consumimos sigue aumentando, pero el espacio es el mismo, lo que a menudo se traduce en etiquetas atiborradas y letras minúsculas. La solución a esta diatriba pasa, de nuevo, por la tecnología: el paqueteado digital de ese contenido convertirá al Smart packaging en una herramienta que sirva como conexión entre el envase físico y el mundo digital mediante el uso de tecnologías como NFC, los códigos QR, el desarrollo de plataformas digitales o la implantación del DPP (Digital Product Passport).
Cuarto desafío: el coste económico
Todas estas tecnologías deben ir incorporándose a los alimentos, pero para ello deben primero eliminar la barrera del precio: es inviable que éstas sean más costosas que el propio alimento.Por ello, el sector del envase tiene como reto inmediato la escalabilidad de estas propuestas; algo que puede conseguirse, por ejemplo, mediante la colaboración con partners tecnológicos que ayuden a las empresas a implementar estas tecnologías de vanguardia aprovechando el know how de sus equipos.